Serna Moisés De La Juan - Sueños De Un Juez I
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Terminó el acusador o Fiscal, le dio la palabra al Defensor, el cual manifestó lo siguiente:
―Cuando una persona está enferma se le cuida, y así podemos seguir adelante en la vida, si cuando no servimos para nada, si cuando nuestras mentes no pueden estar claras, por la fiebre o por la enfermedad nos cuidan y así la vida sigue, y esta situación en muchas ocasiones, ha durado un tiempo, a veces incluso más de un año, y aquello se pasa y se olvida, ¿cómo es posible ver a la tercera edad como una enfermedad?
»Todos estamos obligados por lazos de hermandad, y por considerar que tenemos un Espíritu dentro y no somos animales, y que tenemos humildad, y también sentimientos y obligación de ayudar a los que nos necesitan, pues esa es la base de nuestras Comunidades, verlo si no, cómo desde muy antiguo se han formado éstas sobre la base de AYUDA MUTUA Y PROTECCIÓN MUTUA.
El Defensor mirando a todos y viendo que estaban bien dirigidos sus argumentos, continuó.
―Pero, es más, se nos ha enseñado desde muy antiguo, y lo conocemos por la tradición, y también por algunos escritos, que costumbres tan bárbaras como las que se han presentado justificando esas muertes, eran repudiadas por los Maestros Espirituales. Se nos ha dicho que nuestras acciones tienen un trasfondo en el plano Espiritual, pensar ¿cómo quedaríamos nosotros mismos, si no solo no cuidamos a quien nos necesita sino propiciamos su muerte, dejando que mueran esas personas sin asistencia?
»Mirarnos nosotros como ejemplo de todos ―continuó el Defensor argumentando― todos tenemos edades que pronto nos darán que contar entre los ancianos, y así mismo les pasarán a nuestros hijos, cuando les llegue el momento. Juzgamos el hacer algo contra esas personas, por tener que soportar la enfermedad de la vejez y encima la incomprensión de los más jóvenes, con lo que nos estaremos juzgando a nosotros mismos cuando sea el momento.
»Estaremos cometiendo un crimen, el más grande que se puede cometer, pues son seres indefensos, y necesitan de ayuda, cuando ellos mismos durante toda su vida han estado dándose a los demás. Por ello digo y sostengo que los ancianos deberán ser respetados y tratados con la cortesía y el cariño que se merecen como personas, y también como padres de los que ahora les quieren echar y quitarles lo que es suyo.
»Pero no ver solo esto, ahora mismo se quiere ver, si es correcto o Justo, el sostener con vida a ancianos que nada sirven para la humanidad, fijaros si no estaremos dando argumentos a algunos poderosos o no tan poderosos, a que se quiten de encima a todos aquellos parientes que luego tengan que decidir sobre ellos.
»Ver que, según lo expuesto, solo se quedarán con los que luego ellos mismos sepan que les van a tratar bien, estaremos cubriendo un crimen con las acciones correspondientes del que va a ser la víctima, y sabéis que cuando uno está en peligro de muerte tiene todo el derecho de la Defensa.
»Pero ver también que, si hacemos tal cosa, todos los que lleguen a cierta edad, harán que sus fortunas se gasten y ellos mismos no se preocuparán de tener haciendas, pues nada se tiene que quedar para los verdugos, que cuando llegue el momento le matarán y se quedarán con sus bienes.
»Conocéis que todos los que poseen algo, tienen la preocupación de que sus bienes se conserven a través de los demás, y que, aunque algunos entendáis que el almacenar bienes en la Tierra es de necios, existen esas personas y el Reino es una muestra de ello ―Cuando dijo esto, el Juez se dio cuenta de que se había metido con la Corona, y que era una equivocación y así continuó y rectificó―. Pero no ver este último caso como muestra, si como el deseo de almacenar lo mejor para los suyos, y así vivir todos en mejor estado de salud y con alimentos y vestidos para todos, ―Y cuando estimó arreglado el fallo, continuó―. ¡Claro que es importante el caso que contábamos!, pero también detrás de ello, está el trasfondo de, ¿quién tiene derecho a dejarse matar?, pues tal sería lo que pensarían todos los hombres cuando se acercasen a los momentos en que serán ancianos, o bien ¿quién tiene derecho a matar al otro?, porque fijaros, y que sirva para reflexionar, ¿no tendría ese derecho el padre sobre los hijos que han salido de sí mismo?
»¿Acaso cuando quisiera no tendría ese derecho? ―continuó el Defensor―. Y entonces si se lo negamos a él, ¿cómo podemos dar ese derecho a los hijos, si el padre les ha dado la vida?, ¿acaso los hombres con nuestras mentes haremos las cosas al revés que la naturaleza?
Aquí se volvió a equivocar y se dio cuenta, y rectificó.
―Aunque claro, que, si la naturaleza tiene esas costumbres en algunos animales, y nosotros realizamos este acto nos convertimos en animales carniceros, que matamos para quedarnos con los bienes de los demás o simplemente porque no nos molesten, aquellos que no nos pueden beneficiar.
Aquí el Defensor hizo una pausa, y de esta manera utilizó lo que en los Juicios se llama “el silencio de la atención” al hacer un silencio, todos se callan esperando lo que sigue, y se centra la atención en lo siguiente que se quiere decir, y el Defensor alzando la voz continuó:
―Por eso grito y lo hago bien fuerte, ¡la vida es importante y nadie tiene derecho a quitarla! y si uno ha luchado por un País, por unas tierras, por una familia, nadie de este País, de estas tierras, o de esta familia tiene otro derecho que protegerlo hasta el fin de sus días.
Después le llegó el turno a un testigo de la Defensa que dijo:
―Veréis, me conocéis como Juez y también conocéis mi reputación de que nunca miento, por ello quiero que veáis que esta historia es cierta y no preparada para la Defensa.
»Yo tengo a mi padre en casa y bendigo el tenerlo pues es un hombre sabio y justo, y ayuda a la casa con su sabiduría, no da apenas trabajo y lo que da es gratamente compensado con alegría y halagos, y lleva ya con nosotros, cinco años, y aunque esperamos que tenga remedio pues fue un accidente al ser atropellado por una cabalgadura de un soldado, y haberse lastimado la espalda y las piernas que sufrieron fracturas varias. Sabemos que no será el mismo, y que necesitará ayuda, pero su cabeza está bien y aún enseña a todos los que están al lado.
»Quiero destacar que está muy unido a mis hijos, a los que quiere más que nos quiso a nosotros, y que ellos le corresponden en la misma medida, y como muestra ver qué ocurre, una de las hijas dice que quiere llevárselo a su casa, pues va a casarse próximamente y así tendrá compañía y buenos consejos, y ellos como son jóvenes lo necesitarán.
El que así hablaba no tenía más que decir, y terminó asegurando que su padre antes era muy diferente, ya que siempre estaba ocupado con el trabajo y con las mercaderías, pues era Comerciante y poco tiempo había tenido para la familia.
―Pero desde el accidente, lo que antes nos faltó ahora nos lo está dando, y aunque fue una desgracia que esperamos tenga arreglo, bendigo el momento del accidente por el cambio que hemos tenido en él.
Le llegó el turno al Juez que hacía de segundo testigo de la Defensa y que tenía preparado lo siguiente, y que expuso, después del saludo diciendo:
―Yo no tengo un testimonio personal, sino el de muchos hombres y mujeres que tendrían que cambiar su forma de pensar, si hiciéramos algo tan tremendo como es el autorizar dar muerte a los ancianos, y es eso lo que nuestro Juez acusador o Fiscal nos ha presentado.
»Como sabéis hace mucho tiempo, llegaron a estas tierras los Druidas y se instalaron en ella, y de ellos procedemos en cuanto a nuestra cultura y formas de pensar, y aunque diferimos en algunos conceptos, como el Espiritual, pues como sabéis, para ellos no existe nada después de la vida, sino que todo vuelve a la madre tierra o la naturaleza y para nosotros, que creemos que existe una vida Espiritual después de la vida física y que se vive en forma de Espíritu, con el Espíritu que todos llevamos dentro, pero nuestras diferencias no son en cuando a la vida física.
»Sabemos y se nos enseña en la Escuela Espiritual cuando somos todos niños, que existen el mundo Espiritual, y que a él acuden todos los que han sido de bien en el mundo físico, y, sin embargo, no los que han atentado contra la vida, y este principio es uno de los doce que se nos enseña, la Vida es sagrada.
»Los principios sobre los que se basan nuestras costumbres y nuestras tradiciones son básicamente, EL RESPETO A LA VIDA Y LA AYUDA cuando hace falta, y ver que estos dos puntales básicos, no son solo Espirituales, que cuando entramos en este tema, el matar o dejar morir, nos hace inválidos para volver a escuchar a alguien del mundo Superior.
»Ver que aquí se está presentando el matar o el dejar morir, a personas muy especiales, a las cuales la Sociedad debe mucho, y también las familias o las Comunidades, por ello pensar si no estaríamos autorizando algo que los demás no quieren y no piensan luego asumir.
»¿Acaso el Juez que dicte esta Sentencia conocerá que tendrá que cumplirla llevando soldados para ello?, y si no ver las Comunidades de las montañas, ninguna de ellas las cumplirá, o las Comunidades de los valles, y de las tierras bajas, en donde el apego a la unidad es aún más fuerte, ¿Como nosotros, unos cuántos Jueces, aunque tengamos un Rey delante, nos abogamos el derecho de cambiar algo tan arraigado en nuestra propia esencia de Etíopes?
El hombre estaba brillante y se sabía escuchado y como buen conocedor del público no alargó el tema para no estropearlo, y así terminó:
―Por ello os digo, si aprobáis tal cosa, no seréis dignos de ser etíopes.
Y al que así planteaba la cuestión y que se tomó unos minutos de silencio para que, en la mente de todos, hubiera entrado bien su última afirmación, se sentó, después de saludar y decir que había terminado.
Todos se quedaron mirando al Juez, el cual levantándose se acercó al Rey y saludándolo le dijo:
―Veréis mi Señor es tarde, si queréis seguimos luego pues la mañana está terminada y hace tiempo que se escuchan los ruidos en las tripas de los asistentes ―Y todos sonrieron pues era verdad, y el mismo Rey lo notaba y dijo:
―Bien seguiremos luego, pero entender que no se puede alargar tanto un tema, pues se tiene a toda la ciudad sin hacer Justicia ―Y levantándose salió del aposento.
Cuando reanudaron la sesión, el Rey que esperaba el momento dijo:
―Pues bien, ¿Ahora es el momento en que vas a hacer Oración y pedir consejo para dar tu Sentencia? ―y se quedó mirando al Juez, el cual le contestó:
―Ver mi Señor que la Justicia no puede tener prisa, recordar que el Acusador o Fiscal se había reservado el último turno después de la Defensa así que le corresponde a él continuar.
El Juez al que se había referido, tomó la palabra y se quedó cortado, pues en realidad había pensado hacer un gran discurso, pero la prisa que el Rey había demostrado aconsejó que no lo hiciera, así que determinó que no tenía nada nuevo que añadir y así quedó para Sentencia.
El juez, Cuerpo Espiritual, se vio así mismo como Juez en aquella sesión en que todo era un Sueño, y así vio cómo tomaba la palabra y decía:
―Veréis Señor, que tal y como se ha presentado el asunto no resulta nada fácil, y yo no tengo sabiduría dado que soy un Juez Rural.
»Recordar que solo administro en el Zoco la Justicia y para ello, necesito de la ayuda que se me pueda dar, por eso siempre me retiro para pedirla y lo hago por medio de la Oración, todos conocéis que cuando lo hacemos nuestro Espíritu se pone en contacto con el Maestro Espiritual que de joven nos está atendiendo.
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