Serna Moisés De La Juan - Sueños De Un Juez I
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»Conocéis también que ese Maestro que para mí es SUPREMO, es quien aconseja como es mi caso, en todos los aspectos de la vida en que se le quiera consultar, a mí me aconseja en los Juicios, y me dice lo que tengo que decir, y luego lo único que hago es repetir con palabras lo que se me ha dicho con ideas.
Cuando el Rey escuchó esto, y aunque le había visto en un Juicio al que había asistido disfrazado, no creía que el consejo que recibiera aquel hombre, le pudiera dar una sabiduría mayor de la que él mismo tenía, por ello con guasa le dijo:
―Ve y pide consejo, y mira que sea bueno y que sea diferente al que todos sabemos, pues si no, entonces veremos que quien te da el consejo es tu propia cabeza, y que buscas en la Oración el tiempo que se necesita para pensar porque ya eres anciano.
El juez, se puso colorado y consideró aquello como un insulto y se volvió al Rey y le dijo:
―Señor vos tenéis la fuerza, pero no la razón, si la razón se sostiene por la fuerza seréis odiado y no querido, decidir qué es lo que esperáis de vuestro pueblo, pues si la justicia se hace bajo presión y por la fuerza nadie tendrá sino el resultado del miedo, ¿es eso lo que esperáis?
Todos se quedaron asustados por las palabras que había dirigido al Rey, e incluso el juez, y puso por ello una actitud de sumisión que complació al Rey y este dijo:
―Me parece bien tu comentario, aunque ha sido un poco duro, creo que es justo, en verdad quiero que mi pueblo no me tema, por ello escoge el tiempo que necesites y ya veremos si ese consejo vale la pena el tiempo que perdemos.
El juez Espíritu, vio como el Juez se retiraba de aquel lugar y en un sitio en solitario se ponía a hacer Oración, y así al cabo de un tiempo vio como el que estaba inclinado asentía, y volvía a hacerlo, y así estuvo un tiempo y así se puso sentado sobre sus talones, y con los ojos cerrados escuchaba, cuando terminó de hacerlo, salió de la habitación y se reunió con todos y así el Rey dijo:
―Es tarde, así que como necesitas tu tiempo seguiremos mañana, marchar todos y volver a la segunda guardia ―Y que todos conocían que era la hora en que el sol estaba en vertical.
Por la mañana se reunieron todos, y así el Juez se expresó, primero saludando al Rey y al Consejero de Justicia, y a los otros consejeros que habían acudido, y que ya había varios aparte de los llamados por el Rey, pues enterados de ello y no queriendo quedarse aparte, vinieron por propia iniciativa, y luego saludó a sus compañeros y se expresó así.
―Veréis Señor ―y de dirigió al Rey― aquel que me escucha y aquel que me aconseja también ha escuchado vuestras palabras y me ha dicho lo siguiente:
―Dile a tu Rey que puede cortarte la cabeza porque tiene ese poder, que puede cortarte la lengua porque tiene ese poder, y que te puede vender como esclavo a los Egipcios porque tiene ese poder, pero la voz del Espíritu no puede callarla, si hoy no habla por mi boca, lo hará por la de otro, pues si el Espíritu se tiene que manifestar el poder del Rey no es suficiente para pararlo, y mirar que si quisiera, haría que vuestra propia boca, fuera la escogida para él hablar a través vuestro a los demás.
Todos se quedaron asustados pues sabían de ese poder de los Espíritus, y entendieron que el Espíritu de aquel hombre tenía que ser muy poderoso, para explicar que podía hacerlo, y así allí mismo, delante estaba el que mandaba el Templo o Escuela Espiritual, el cual, al escuchar estas palabras, se asustó y acercándose al Rey le dijo algo en reservado, y el Rey se vio serio y nada dijo hasta que El juez terminó. Entonces tomó la palabra el Rey y dijo:
―Ver que todo esto es nuevo para mí, y que nunca he querido ofender a nadie, ni Espíritu ni a mis súbditos, y tú mismo para mí eres respetado, pues eres anciano y yo mismo te he puesto de Juez, así que sigue con el tema y demos por terminado el asunto.
Entonces El juez, empezó a explicar lo que se le había dicho.
―Veréis, el hombre tiene dos cuerpos, uno Espiritual y otro físico, sabemos muy bien que nosotros vemos y sufrimos con el físico, pero mirar que ninguno de los dos cuerpos los hemos hecho nosotros, por ello voy a preguntar, ¿quién ha hecho los cuerpos?, el físico los padres, ¿y el Espiritual?, ¿quién es aquel que con una disposición del mundo físico puede condenar a algo al cuerpo del mundo Espiritual?, ¿acaso no tenemos la obligación de hacer que nuestro cuerpo no sufra para que el Espiritual encuentre reposo?
El juez hizo más preguntas, pero unas parecían que iban dirigidas a ayudar y otras a condenar, y continuó:
―La Sentencia es la siguiente dependiendo de los casos que voy a presentar. Si los hijos o las personas que tienen a su cargo al de edad se han beneficiado de los bienes que este tuvo durante su vida, deberán acogerlo con amor y prontitud y si así no fuera o si le dieran maltrato, la Autoridad les quitaría al anciano, pero también a los bienes de éste y se los daría a alguien que quisiera acogerlo.
»Si el anciano no tuviera bienes, los hijos no están obligados ni parientes alguno, sino aquel que ha recibido sus beneficios que generó en su vida, si él crio a alguien o él aportó algo, en Justicia será aquel que recibió, el que tiene que devolver cuando hace falta, y en esto incluye al Reino que recibe los impuestos de las personas.
»Ver que como se pueden generar muchos casos, en particular solo voy a referirme a tres, el primero está dicho, el segundo es aquel que tiene hijos y estos no le quieren, porque es un estorbo o quieren matarlo por que ocupa un sitio o porque no tiene la cabeza bien, entonces el Rey, en nombre de la Justicia debería intervenir a través de los Jueces, para escuchar la situación y ponerle remedio.
»Todos los ciudadanos podrán acudir a la Justicia y pedirla cuando se sientan dolidos, y cuando no tengan bienes la Justicia les será gratis, pues los que viven de ella cobran de los impuestos, pero si tienen y quieren justicia la tendrán que pagar, pues no se puede recargar al Reino, por una petición del individuo pudiente.
»Pero ver, que, si un Juez atiende el caso de un anciano que no le quieren en casa, o se entera de por sí, que se les trata mal, le visitará y se enterará y hablará con él y le escuchará, y siempre escuchará también a la familia, pues también los ancianos están mal de la cabeza, y es una realidad que ellos se vuelven raros y egoístas en demasía.
»Pero si ve que es verdad, y que son los hijos, los que no le quieren a su lado y le maltratan o le quieren matar, el Juez determinará que se le cuide bien en otro lugar, y por una familia que le quiera y las costas de la atención y de la manutención irán a cargo de los hijos.
»Aunque los hijos no han recibido bienes, ellos no saben devolver la vida que recibieron del anciano, ni sus molestias cuando eran niños, ni sus noches de no dormir, ni los cuidados tanto cuando estaban sanos, como cuando estaban enfermos, y las veces que les defendieron de forma gratuita y sin pensar que algún día se lo tendrían que devolver cuando él lo necesitara.
»Pero ver que existe el tercer caso, y es la responsabilidad del Reino con aquellos que han estado pagando sus impuestos durante toda la vida, y ahora que ellos necesitan ayuda nadie se la quiere dar, el Rey como Señor de la Justicia tiene que intervenir y socorrer al que le ha ayudado a él de por vida.
»Para ello debería o bien organizar un sistema, por medio del cual se pudieran generar lugares donde tenerlos y cuidarlos con generosidad, lugares especiales, construidos pensando en ellos con sus dificultades, y con buena alimentación y con buenos vestidos.
»Las cantidades que el anciano consuma por sí mismo, como alimentación, limpieza y medicinas, y demás, y por los cuidados de otras personas, que se dediquen a ellos, de forma especial, y que tendrán que ser también remuneradas y con ello exigirles que cumplan bien su trabajo.
»Estas cantidades las tendrán que pagar las Comunidades, pues ellas también han recibido de ese anciano desvalido su trabajo, su cariño y también su ayuda cuando ha sido necesaria, ver cuando ocurre un fuego o cuando unas lluvias de gran tamaño llegan, o cuando son atacadas las Comunidades por bandas de asesinos, entonces ¿quiénes las defiende?, los soldados, sí, pero ellos son insuficientes, lo hacen los que viven en la Comunidad, así pues, esta es DEUDORA.
»Para que esto no sirva de recargo a los impuestos, sería justo que, cuando alguien reciba una herencia de sus mayores aportase a la Comunidad, para cubrir los gastos de quien nada tiene, pagando una parte, un tercio de esta, pues el que lo recibe de por sí nada ha hecho para tener esa riqueza y le ha sido regalada, así que también el regalo revierta entre los que nada tienen.
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