Array Array - La senorita de Tacna

Тут можно читать онлайн Array Array - La senorita de Tacna - бесплатно полную версию книги (целиком) без сокращений. Жанр: Драматургия. Здесь Вы можете читать полную версию (весь текст) онлайн без регистрации и SMS на сайте лучшей интернет библиотеки ЛибКинг или прочесть краткое содержание (суть), предисловие и аннотацию. Так же сможете купить и скачать торрент в электронном формате fb2, найти и слушать аудиокнигу на русском языке или узнать сколько частей в серии и всего страниц в публикации. Читателям доступно смотреть обложку, картинки, описание и отзывы (комментарии) о произведении.
  • Название:
    La senorita de Tacna
  • Автор:
  • Жанр:
  • Издательство:
    неизвестно
  • Год:
    неизвестен
  • ISBN:
    нет данных
  • Рейтинг:
    5/5. Голосов: 11
  • Избранное:
    Добавить в избранное
  • Отзывы:
  • Ваша оценка:
    • 100
    • 1
    • 2
    • 3
    • 4
    • 5

Array Array - La senorita de Tacna краткое содержание

La senorita de Tacna - описание и краткое содержание, автор Array Array, читайте бесплатно онлайн на сайте электронной библиотеки LibKing.Ru

La senorita de Tacna - читать онлайн бесплатно полную версию (весь текст целиком)

La senorita de Tacna - читать книгу онлайн бесплатно, автор Array Array
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Amelia, que ha terminado de limpiar el suelo, sale. Con las últimas palabras de Belisario entra Joaquín, el oficial chileno. Viste un uniforme de principios de siglo, de

colores vivos, con entorchados. Belisario seguirá escribiendo, a lo largo de toda la próxima escena; la mayor parte del tiempo está concentrado en sus papeles, pero, a veces, levanta el lápiz y se lo lleva a la boca y lo mordisquea, mientras inventa o recuerda. A ratos, como distrayéndose, se vuelve a mirar a la Mamaé y a Joaquín y se interesa un momento en lo que dicen. Luego, vuelve a sus papeles y escribe o relee con expresiones cambiantes.

JOAQUÍN

(Susurra, como inclinado ante una reja o balcón)

Elvira. Elvira. Elvira…

La Mamaé abre los ojos. Escucha; sonríe con malicia, mira a todos lados azorada. Sus movimientos y su voz son ahora los de una joven.

MAMAÉ

¡Joaquín! Pero, se ha vuelto loco. ¡A estas horas! Lo van a oír mis tíos.

JOAQUÍN

Sé que estás ahí, que me estás oyendo. Asómate un segundo, Elvira. Tengo que decirte algo importante. ¿Sabes qué, no es cierto? Que eres linda, que te quiero, que te deseo. Que cuento las horas que faltan para el domingo.

La Mamaé se incorpora y —alborozada, modosa, reticente— se acerca a la reja o balcón.

MAMAÉ

¡Cómo se te ocurre venir a estas horas, Joaquín! ¿No te ha visto nadie? Vas a arruinar mi reputación. Las paredes de Tacna tienen oídos.

JOAQUÍN

(Devora a besos las manos de la Mamaé)

Ya estaba acostado, amor mío. Pero de pronto sentí como la orden de un general, aquí en el pecho: si te apuras la encontrarás despierta, vuela a su casa. Es cierto, Elvira. Necesitaba verte. Tocarte. (La Mamaé esquiva las manos ávidas de Joaquín que tratan de cogerle la cintura.) Si no te veía, esta noche no hubiera pegado los ojos.

MAMAÉ

¿Acaso no hemos estado juntos toda la tarde? Qué lindo paseo dimos por las huertas con mi prima, ¿no? Cuando te oí, justamente estaba acordándome de los granados, de los peros, de los membrillos, de los duraznos. ¿Y el río no estaba lindo, también? Me gustaría volver a zambullirme en el Caplina, alguna vez, como lo hacía de chiquita.

JOAQUÍN

En el verano, si estamos todavía en Tacna, te llevaré al Caplina sin que nadie nos vea. De noche. Al remanso donde merendamos esta tarde. Nos quitaremos la ropa…

MAMAÉ

¡Cállate, Joaquín, no empieces!

JOAQUÍN

…y nos bañaremos desnudos. Jugaremos en el agua. Te perseguiré y cuando te atrape…

MAMAÉ

¡Por favor, Joaquín! No seas vulgar.

JOAQUÍN

Pero si vamos a casarnos el domingo.

MAMAÉ

Tampoco dejaré que me faltes cuando sea tu mujer.

JOAQUÍN

Eres lo que más respeto en el mundo, Elvira. Mira, te respeto más que a mi uniforme. ¿Sabes lo que significa el uniforme para un militar, no? Aunque quisiera, no podría faltarte. Te hago enojar a propósito. Porque me gusta que seas así.

MAMAÉ ¿Cómo soy?

JOAQUÍN

Una niñita de mírame y no me toques. Todo te parece malo, todo te da miedo, todo te hace ruborizar.

MAMAÉ

¿No debe ser así una señorita decente?

JOAQUÍN

Claro que sí. No puedes imaginar con qué ansia espero el domingo, Elvira. Tenerte para mí solo, sin chaperonas, saber que dependes de mí para la más pequeña cosa. Cómo voy a divertirme contigo, cuando estemos solos: te sentaré en mis rodillas, haré que me rasguñes en la oscuridad como una gatita. Ah y esa apuesta te la voy a ganar. Contaré tus cabellos y verás que tienes más de cinco mil.

MAMAÉ

¿Los contarás la noche de bodas?

JOAQUÍN

No, la noche de bodas no. ¿Quieres saber qué haré contigo la noche de bodas?

MAMAÉ

(Tapándose los oídos)

¡No! ¡No quiero! (Ríen. La Mamaé está enternecida.) ¿Serás así de cariñoso, después de casarnos? Fíjate lo que me dijo Carmencita, al volver del paseo: «Te has sacado la lotería con Joaquín. Es guapo, de buenos modales, todo un caballerito».

JOAQUÍN

¿Tú también lo piensas? ¿Ya no te importa que sea chileno? ¿Ya te hiciste a la idea de ser una chilena?

MAMAÉ

Eso sí que no. Seguiré peruana hasta que me muera. Y odiando a los abusivos que nos ganaron la guerra.

JOAQUÍN

Va a ser muy gracioso. Quiero decir, cuando seas mi mujer, y estemos en Santiago, en Antofagasta, en la guarnición a la que me destinen. ¿Te vas a pelear todo el día con mis compañeros por la guerra del Pacífico? Si dices esas cosas contra los chilenos, me harás procesar por alta traición.

MAMAÉ

No perjudicaré nunca tu carrera, Joaquín. Lo que pienso de los chilenos me lo guardaré para mí. Y les sonreiré y les haré ojitos a tus compañeros de armas.

JOAQUÍN

Alto ahí, nada de sonrisas ni de ojitos. ¿No sabes que soy celoso como un turco? Y contigo voy a serlo todavía más.

MAMAÉ

Tienes que irte ahora. Si mis tíos te descubren, se enojarían.

JOAQUÍN

Tus tíos, tus tíos. Han sido la pesadilla de nuestro noviazgo.

MAMAÉ

No digas eso, ni en broma. ¡Qué habría sido de mí sin el tío Menelao y la tía Amelia! Me hubieran metido a la casa de los murciélagos de la calle Tarapacá. Al Hospicio, sí.

JOAQUÍN

Sé lo buenos que han sido contigo. Además, me alegro que te hayan criado en una jaula de oro. ¡Pero en todo un año de noviazgo casi no te he visto a solas! Sí, ya sé, estás inquieta. Ya me voy.

MAMAÉ

Hasta mañana, Joaquín. ¿En la Misa de la Catedral, a las ocho, como todos los días?

JOAQUÍN

Sí, como todos los días. Ah, me olvidaba. Aquí tienes el libro que me prestaste. Traté de leer los versos de Federico Barreto, pero me quedé dormido. Léelos tú por mí, acurrucada en tu camita.

MAMAÉ

(Arrancándose un cabello y ofreciéndoselo)

Un día te los recitaré al oído y te gustarán. Estoy feliz de casarme contigo, Joaquín.

Joaquín, antes de partir, trata de besarla en la boca pero ella aparta el rostro y le ofrece la mejilla. La Mamaé regresa hacia su sillón y en el trayecto va recuperando su ancianidad.

MAMAÉ

(Mirando el libro de versos)

¿Qué haría Joaquín si supiera lo del abanico? Lo retaría a duelo, lo mataría. Tienes que romper ese abanico, Elvira, no está bien que lo guardes.

Se acurruca en su sillón y se duerme al instante. Belisario, que ha levantado la vista de sus papeles, parece ahora muy alentado.

BELISARIO

Esa también es una historia de amor. Sí, Belisario, sí. ¿Cómo fuiste tan tonto, tan ingenuo? ¿Acaso se puede situar una historia de amor en una época en que las niñas hacen el amor antes que la primera comunión y los muchachos prefieren la marihuana a las muchachas? En cambio, esa época y ese lugar son ideales para una historia romántica: Tacna, después de la guerra del Pacífico, con la ciudad todavía ocupada por el Ejército chileno (Mira a la Mamaé.) Eras una patriota convicta y confesa, ¿no? ¿Cuál fue el día más feliz de la vida de la señorita de Tacna, Mamaé?

MAMAÉ

(Abriendo los ojos)

¡El día que Tacna se reincorporó al Perú, chiquitín!

Se persigna agradeciendo a Dios tamaña bienaventuranza, y vuelve a adormecerse.

BELISARIO

(Melancólico)

Una historia romántica, de ésas que ya no suceden, de ésas en las que ya no cree nadie, de ésas que tanto te gustaban, compañero. ¿Para qué quieres escribir una historia de amor? ¿Para tener esa miserable compensación, que no compensa nada? ¿Para eso, pasar una vez más por las horcas caudinas, Belisario? ¡Sí, por eso! ¡Maldita aguafiestas, largo de aquí! ¡Abajo la conciencia crítica! ¡Me cago en tu conciencia crítica, Belisario! Sólo sirve para estreñirte, castrarte, frustrarte. ¡Fuera de aquí, conciencia crítica! ¡Fuera, hija de puta, reina de los escritores estreñidos! (Se levanta, va corriendo donde la Mamaé, le da un beso en la frente, sin despertarla.) Bienvenida tú, Mamaé. Olvida lo que te dije, perdóname. Sí me sirves, una mujer como tú es justamente lo que necesito. Tú sí eras capaz de vivir una hermosa, conmovedora historia de amor. Tu vida tiene todos los ingredientes, por lo menos para comenzar. (Va regresando a su mesa de trabajo.) Muere la madre al nacer ella y el padre poco después, cuando tenía… (Mira a la Mamaé.) …¿Cuántos años tenías cuando te recogieron mis bisabuelos, Mamaé? ¿Cinco, seis? ¿Ya había nacido la abuelita Carmen? (Se ha sentado en su mesa de trabajo, tiene el lápiz entre las manos; habla despacio, tratando de encontrar ciertas palabras para ponerse a escribir.) La familia era entonces muy próspera, podía recoger niñas desamparadas. Hacendados, por supuesto.

MAMAÉ

(Abre los ojos y se dirige a un invisible niño, que estaría sentado a sus pies) Tu bisabuelo Menelao era un caballero de bastón con puño de plata y reloj con leontina. No soportaba la suciedad. Lo primero que hacía al entrar de visita a una casa era pasar el dedo por los muebles, para descubrir el polvo. Sólo tomaba el agua y el vino en copas de cristal de roca. «La copa da la mitad del gusto a la bebida», le oíamos decir. Una noche, salía a un baile con la tía Amelia, vestido de etiqueta, y nos vio a tu abuelita Carmen y a mí, comiendo una mermelada de membrillo. «Convídenme un bocadito, muchachas.» Al probarla, le cayó una gota en el frac. Se quedó mirando la mancha. Luego, sin dar un grito, sin decir una palabra, se volcó encima la fuente de mermelada y se embadurnó la pechera, la levita, el pantalón. Tu bisabuela decía: «Para Menelao la limpieza es una enfermedad».

Sonríe, se adormece de nuevo. Durante el monólogo de la Mamaé, Belisario ha garabateado a veces, a ratos reflexionado y, a ratos, escuchado a la Mamaé.

BELISARIO

(Escribiendo)

Tu bisabuelo Menelao debió ser encantador, Belisario. Sí, un hijo de puta encantador. Te sirve, te sirve. (Mira al cielo.) Me sirves, me sirves. Tú y la bisabuela Amelia adoraban a la Mamaé y la criaron como a una hija, sin hacer diferencias con la abuelita Carmen, y cuando se iba a casar con ese oficial chileno le encargaron el vestido de novia y el ajuar a Europa. ¿A París? ¿A Madrid? ¿A Londres? ¿Adónde te encargaron el vestido de novia, Mamaé? ¿Adónde era la moda encargarlo? (Escribe, frenético.) Me gusta, Belisario, te quiero, Belisario, te doy un beso en la frente, Belisario. (Se distrae.) ¡Qué rica era la familia entonces! ¡Cómo fue decayendo y mediocrizándose hasta llegar a ti! Qué recatafila de desgracias. (Mira al cielo.) ¿Quién te mandó casarte con un capitán de infantería, mamá? Pero tu mala suerte no me apena nada, papá. Hay que ser muy tonto para jugar a la ruleta rusa estando recién casado, papá. ¡Hay que ser muy bruto para matarse jugando a la ruleta rusa, papá! ¡Hay que ser muy idiota para no volverse a casar cuando una se queda viuda tan joven, mamá! ¿Por qué te hiciste tantas ilusiones conmigo? ¿Por qué se les metió en la cabeza a ti, a mis abuelos, a mis tíos, que ganando pleitos en los tribunales Belisario devolvería a la familia la fortuna y el lustre?

Su voz queda apagada por el radioteatro que está tratando de escuchar la Abuela, sentada en la salita, con la cabeza pegada al aparato de radio en el que un locutor anuncia el final del episodio del día, de una radionovela de Pedro Camacho. Se escucha el ruido del tranvía. La Mamaé abre los ojos, excitada. Belisario las observa, desde su mesa de trabajo.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать


Array Array читать все книги автора по порядку

Array Array - все книги автора в одном месте читать по порядку полные версии на сайте онлайн библиотеки LibKing.




La senorita de Tacna отзывы


Отзывы читателей о книге La senorita de Tacna, автор: Array Array. Читайте комментарии и мнения людей о произведении.


Понравилась книга? Поделитесь впечатлениями - оставьте Ваш отзыв или расскажите друзьям

Напишите свой комментарий
x