Педро Антонио де Аларкон - Треугольная шляпа / El sombrero de tres picos
- Название:Треугольная шляпа / El sombrero de tres picos
- Автор:
- Жанр:
- Издательство:ЛитагентАСТc9a05514-1ce6-11e2-86b3-b737ee03444a
- Год:2014
- Город:Москва
- ISBN:978-5-17-085096-9
- Рейтинг:
- Избранное:Добавить в избранное
-
Отзывы:
-
Ваша оценка:
Педро Антонио де Аларкон - Треугольная шляпа / El sombrero de tres picos краткое содержание
«Треугольная шляпа» – занимательная повесть Педро Антонио де Аларкона, которая была написана в 1874 году и имела огромный успех. В ней писатель ярко и остроумно отразил быт и взгляды жителей Испании в те времена.
Для удобства читателя книга незначительно упрощена, содержит комментарии, разные виды упражнений и краткий словарь.
Предназначается для продолжающих изучать испанский язык (уровень 3 – для продолжающих средней ступени).
Треугольная шляпа / El sombrero de tres picos - читать онлайн бесплатно ознакомительный отрывок
Интервал:
Закладка:
El pobre hombre fue a hablar, y se quedó con la boca abierta ante aquella hermosura.
– ¡Frasquita! – murmuró al fin, cubierto de sudor.
– ¡Me llamo! ¿Y qué? – contestó la hija de los Pirineos [13].
– Lo que tú quieras… – repuso el viejo.
– Pues lo que yo quiero…—dijo la molinera—, ya lo sabe Usía [14]. Quiero que nombre Secretario de Ayuntamiento de la Ciudad a un sobrino mío que tengo en Estella.
Pero el viejo tartamudeó que era imposible. Después de vacilar un rato, fue al ataque:
– ¡No hay mujer como tú! ¡De día, de noche, a todas horas, en todas partes, sólo pienso en ti!
– ¡Pues qué! ¿No le gusta a usted la señora corregidora?—preguntó la señá Frasquita con muy mal fingida compasión—. ¡Qué lástima! Mi Lucas la ha visto y dice que es muy guapa, muy buena y de un trato muy cariñoso. Pero también dicen que es muy celosa y que usted le tiembla mucho.
– ¡No tanto, mujer!…—repitió don Eugenio de Zúñiga y Ponce de León, poniéndose colorado—. ¡Ni tanto ni tan poco! La señora tiene sus manías, es cierto; de ello a hacerme temblar, hay mucha diferencia. ¡Yo soy el corregidor!..
– Pero, en fin, ¿la quiere usted, o no la quiere?
– Te diré… Yo la quiero mucho… o, por mejor decir, la quería antes de conocerte. Pero desde que te vi, no sé lo que me pasa. ¡Por coger esa mano, ese brazo, esa cara, esa cintura, daría lo que no tengo!
Y, hablando así, el corregidor trató de coger el brazo desnudo que la señá Frasquita le estaba mostrando; pero ésta, sin descomponerse, extendió la mano, tocó el pecho de Su Señoría con la pacífica violencia e incontrastable rigidez, y lo tiró de espaldas con silla y todo.
– ¡Ave Maria Purísima!—exclamó entonces la navarra, riéndose a más no poder—. Por lo visto, esa silla estaba rota…
– ¿Qué pasa ahí?—exclamó en esto el tío Lucas, asomando su feo rostro entre los pámpanos de la parra. El corregidor estaba todavía en el suelo boca arriba [15], y le asustó mucho el molinero.

La señá Frasquita se apresuró a arreglarlo y le dijo que el corregidor había puesto la silla en vago. El molinero a su vez se preocupó por él y le propuso agua y vinagre.
– Su Señoría me ha salvado la vida—repuso el tío Lucas sin moverse de lo alto de la parra—. Me quedé dormido aguí y si la caída de Su Señoría no me hubiera despertado tan a tiempo, esta tarde me habría roto yo la cabeza contra esas piedras.
– Conque si…, ¿eh? …—replicó el corregidor—. Pues, ¡vaya, hombre!, me alegro…
– ¡Me la pagarás!—agregó en seguida, dirigiéndose a la molinera.
Y pronunció estas palabras con tal expresión de reconcentrada furia, que la señá Frasquita se puso triste. Veía claramente que el corregidor se asustó al principio, pero ahora persuadido de que el molinero no había oído nada, empezaba a concebir planes de venganza.
Y, mientras el tío Lucas bajaba, le dijo la señá al corregidor, dándole golpes con el delantal en la chupa y alguno que otro en las orejas:
– El pobre no ha oído nada… Estaba dormido como un tronco…
Más que estas frases, la circunstancia de haber sido dichas en voz baja, afectando complicidad y secreto, produjo un efecto maravilloso.
– ¡Pícara!—balbuceó don Eugenio de Zúñiga con la boca hecha un agua, pero gruñendo todavía…
– ¿Me guardará Usía rencor?—replicó la navarra y le miró con su tentadora sonrisa.
– ¡De ti depende, amor mío!
En aquel momento se descolgó de la parra el tío Lucas.
Aprovechando el primer descuido de don Eugenio, la molinera dio un beso a su esposo, que estaba reventando de ganas de reír. Los molineros propusieron al corregidor las primeras uvas de este año, pero Su Señoría no se atrevió a probarlas antes del Obispo. Éste apareció en este momento acompañado del abogado académico y de dos canónigos de avanzada edad, y seguido de su secretario, de dos familiares y de dos pajes. Se detuvo un rato Su Ilustrísima a contemplar aquel cuadro tan cómico y tan bello, hasta que, por último, dijo, con el reposado acento propio de los prelados de entonces:
– Bueno, veamos estas famosas uvas.
Y picó… una sola vez… en el racimo que le presentaba el corregidor.
– ¡Están muy buenas!—exclamó, mirando aquella uva al trasluz y alargándosela en seguida a su secretario—. ¡Lástima que a mí me sienten mal!
El secretario contempló también la uva; hizo un gesto de cortesana admiración, y la entregó a uno de los familiares. El familiar repitió la acción del Obispo y el gesto del secretario, propasándose hasta oler la uva, y luego… La colocó en la cesta con escrupuloso cuidado, no sin decir en voz baja a la concurrencia:
– Su Ilustrísima ayuna…
Después de esto, todos se sentaron a hablar: de la otoñada y de una nueva guerra entre Napoleón y Austria.Cuando el loro dio las cinco, el paje del Obispo sacó del coche episcopal una magnífica torta sobada. Una igualdad verdaderamente democrática reinó en aquella velada hasta la puesta del sol.
1. Contesta a las preguntas.
1) ¿Para qué vino el corregidor a ver a la señá Frasquita?
2) ¿Qué cosa le había pedido la navarra y no le quería conceder don Eugenio?
3) ¿Por qué se cayó el corregidor?
4) ¿Cómo reaccionó el tío Lucas al ver al inesperado huésped?
5) ¿Por qué no comió la uva el prelado?
2. ¿Verdadero o falso?
1) La corregidora era muy celosa.
2) La silla del corregidor estaba rota.
3) La molinera le dijo a don Eugenio que le iba a consentir a cambio del nombramiento de su sobrino.
4) El corregidor se fue cuando llegó el Obispo.
5) El Obispo fue el primero en probar las uvas.
3. Traduce al español.
Ловушка; бледнеть; весь в поту; краснеть; трепетать; протянуть руку; поспешить все исправить; соблазнительная улыбка; смотреть на свет; пробуя понюхать; положить в корзину; поститься; заход солнца.
4. Conecta los significados de una columna con las palabras de la otra.
apoyar.....cualidad de duro, firme, inflexible
murmurar…poner una cosa sobre la otra para sostenerla
fingido....hablar en voz muy baja
rigidez....decir palabras entre dientes, con disgusto
gruñir.....artificial, falso
5. Completa los huecos con palabras del ejercicio anterior.
1) Es mi amigo más íntimo, siempre me _________________ en las situaciones difíciles.
2) Le dijo a la madre que no había visto los caramelos, pero con una voz tan _________________ que se descubrió.
3) Los vecinos siempre _________________ algo de los Martínez, esta vez inventaban cosas de su hija.
4) Cuando estaba de mal humor siempre _________________, y pasaba con tanta frecuencia, que sus familiares ya no lo notaban.
5) La molinera rechazó todas las propuestas indecentes con mucha _________________.
8
Hora y media después todos los ilustres compañeros de merienda estaban de vuelta en la ciudad. El señor Obispo y su familia, gracias al coche, ya se encontraban en el palacio rezando.
El insigne abogado y los dos canónigos acompañaron al corregidor hasta la puerta del ayuntamiento (donde Su Señoría dijo tener que trabajar), y tomaron luego el camino de sus casas. Iban como ciegos; ya había caído la noche y aun no había salido la luna. Hablaban de que deberían dejar de ir al molino, que a su edad había que mejorar la conducta. Pero antes de despedirse, todos llegaron a la misma conclusión: que la señá Frasquita era muy guapa.
Entretanto, el corregidor había subido al ayuntamiento, acompañado de Garduña, con quien mantenía hacía rato una conversación.
– ¡La señá Frasquita está perdidamente enamorada de Usía!—decía el innoble alguacil.
– ¡No estoy yo tan seguro como tú, Garduña!—contestó don Eugenio. Y entonces Garduña empezó a persuadirle de que si se trataba de la joroba, la tenía también el tío Lucas, y mucho más grande. En cambio, la cara del corregidor era muy bella. El corregidor sonrió a estas palabras con cierta ufanía.
– Además—prosiguió el alguacil—, la señá Frasquita es capaz de todo para agarrar el nombramiento de su sobrino… ¡Manos a la obra, señor! Ya le he explicado a Usía mi plan… ¡No hay más que ponerlo en ejecución esta misma noche!
Garduña guardó silencio. El corregidor se dirigió al bufete y escribió algunas líneas en un pliego de papel sellado que selló también por su parte, poniéndolo luego en la faltriquera.
– ¡Ya está hecho el nombramiento del sobrino! Acabas de decirme que el molino del tío Lucas pertenece al término del lugarcillo inmediato, y no al de esta población… ¿Estás seguro de ello?
– ¡Segurísimo! La jurisdicción de la ciudad acaba en la ramblilla donde yo me senté esta tarde a esperar que Vuestra Señoría… ¡Voto a Lucifer!
Don Eugenio cogió media cuartilla de papel, escribió una esquela, la cerró y se la entregó a Garduña.
– Ahí tienes—le dijo al mismo tiempo—la carta que me has pedido para el alcalde del lugar. Tú le explicarás de palabra todo lo que tiene que hacer. ¡Ya ves que sigo tu plan al pie de la letra [16]! ¡Desgraciado de ti si me metes en un callejón sin salida!
– Conque vamos al asunto —añadió luego mudando de tono—. Son las siete y cuarto… Lo primero que tienes que hacer es ir a casa y advertirle a la señora que no me espere a cenar ni a dormir. Dile que esta noche me estaré trabajando aquí hasta la hora de la queda, y que después saldré de ronda secreta contigo, a ver si atrapamos a ciertos malhechores… En fin, engáñala bien para que se acueste descuidada. De camino, dile al otro alguacil que me traiga la cena… Y en seguida te marchas al lugar, donde puedes hallarte muy bien a las ocho y media.
– ¡A las ocho en punto estoy allí! —exclamó Garduña.
– ¡No me contradigas! —rugió el corregidor. Garduña saludó.
– Hemos dicho —continuó aquél humanizándose– que a las ocho en punto estás en el lugar. Del lugar al molino habrá… Yo creo que habrá una media legua… Por consiguiente, a las diez… ¿Crees tú que a las diez?
– ¡Antes de las diez! ¡A las nueve y media puede Usía llamar descuidado a la puerta del molino!
– ¡Hombre! ¡No me digas a mí lo que tengo que hacer!… Por supuesto que tú estarás…
– Yo estaré en todas partes… Pero mi cuartel general será la ramblilla.
Después le recomendó Garduña a Su Señoría no llevar linterna y entrar por la puertecilla que estaba encima del caz porque el tío Lucas nunca entra ni sale por ella.
– Por último: procure Usía escurrir el bulto [17]antes del amanecer. Ahora amanece a las seis…
– ¡Mira otro consejo inútil! A las cinco estaré de vuelta en mi casa… Pero bastante hemos hablado ya… ¡Quítate de mi presencia!
– Pues entonces, señor…, ¡buena suerte!—exclamó el alguacil, alargando lateralmente la mano al corregidor y mirando al techo al mismo tiempo. El corregidor puso en aquella mano una peseta, y Garduña desapareció.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка: